Es habitual confundir aquello en lo que uno trabaja con lo que uno es. Los rótulos pueden ser limitantes, especialmente en un mundo que se modifica todo el tiempo.
Cuando alguien nos pregunta “¿qué hacés?” o “¿de qué trabajás?” tendemos a responder algo distinto a lo que nos preguntaron: soy ingeniera, soy biólogo, soy gerente de tal o cual empresa, soy panadero. Confundimos el hacer con el ser, la actividad con la identidad. Parafraseando al filósofo Descartes, parecería que hoy la regla es “Hago, luego existo”.